23 de abril Día Internacional del Libro

El 23 de abril es un día simbólico para la literatura mundial ya que ese día en 1616 fallecieron reconocidos autores como Cervantes, Shakespeare e Inca Garcilaso de la Vega (Gómez Suarez de Figueroa).
El escritor valenciano Vicente Clavel Andrés fue el primero que propuso a la Cámara Oficial del Libro de Barcelona, donde se aprueba en marzo de 1925, que se celebrara en octubre de cada año, en la fecha del nacimiento de Cervantes, la Fiesta del Libro Español. Poco después, en 1930, se instaura definitivamente la fecha del 23 de abril como Día del Libro. En España se toma en cuenta esta fecha para la entrega anual de los Premios Cervantes, el mayor galardón otorgado a los autores hispanos.
La Conferencia General de la UNESCO, celebrada en París en 1995, decidió rendir un homenaje universal a los libros y autores en esta fecha, alentando a todos, y en particular a los jóvenes, a descubrir el placer de la lectura y a valorar las contribuciones de aquellos que han impulsado el progreso social y cultural de la humanidad. Se creó así el Día Mundial del Libro y del Derecho de Autor, así como el Premio UNESCO de Literatura Infantil y Juvenil Pro de la Tolerancia.
Este año, además, el «Index Translationum» celebrará su 80° aniversario. El Index Translationum es un repertorio de obras traducidas en todo el mundo, una bibliografía internacional de traducciones, un instrumento que permite inventariar las traducciones publicadas a nivel mundial.





MANIFIESTO 2012. "La lectura: Un sinónimo de felicidad"

Fernando Ortiz


Sí, he dicho en el título felicidad, esa palabra que, según el diccionario, tiene dos acepciones. La primera, "estado de ánimo que se complace en la posesión de un bien" y, la segunda, "satisfacción, gusto, contento". Y a las dos conviene el disfrute de la lectura, como todos los aficionados a ella saben e ignoran los iletrados. Éstos creen que detrás de esa palabra, felicidad, se esconde al menos el parto de los montes, las huríes del profeta y el cuponazo. Y, al fin, resulta que, como todo lo humano, la felicidad es algo más modesto y hecho a la medida del hombre. La felicidad puede representarse, por ejemplo, en la luz de la mesilla de noche encendida y, sobre ésta, el libro que estamos leyendo y que, casi desde el principio, nos depara tanto placer que ya andamos temiendo su final.
Porque siempre es poco y no mensurable con el reloj el tiempo Dice Valéry Larbaud en su ensayo Ese vicio impune, la lectura: "La lectura es una especie de vicio, semejante a los hábitos a los que volvemos con un sentimiento vivo de placer, en los que nos refugiamos y aislamos, y que nos consuelan y guardan una oportunidad de revancha de nuestros pequeños sinsabores". Y añado yo que este hábito resulta aún más gustoso si lo formamos en la niñez, época en la que el lector es más activo ante el libro. Así el niño que lee La Isla del Tesoro, lee también su propia obra en colaboración con Stevenson, pues la ha enriquecido con sus experiencias, sentimientos y ensueños, añadiéndole aventuras, episodios y personajes de su propia invención. Y ese mismo lector, cuando abandone la niñez y abra otra vez las viejas páginas de La Isla del Tesoro, volverá a percibir, junto al inagotable tesoro del mundo maravilloso que allí se encierra, el violento perfume de la infancia abolida y ahora recuperada como por arte de encantamiento. que se dedica a algo que nos produce goce.

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